La alegría que duele: el precio de seguir a Cristo en una cultura que venera la tradición

En culturas donde el honor y la tradición familiar lo son todo, seguir a Cristo puede parecer como encender una cerilla en una casa construida con sueños.
Cada vez que asisto a una boda, siento un dolor silencioso en mi corazón. No porque no me gusten las bodas, ya que realmente me encanta la celebración. Sino porque en cada novio veo al hijo que alguien soñó que yo me convertiría.
En muchas comunidades tradicionales, el matrimonio no es solo un acontecimiento personal. Es el símbolo supremo del éxito, el orgullo y el legado de una familia. Los padres sueñan con el día en que su hijo se mantendrá erguido, formará una familia y llevará su apellido. Se imaginan a sí mismos bailando, celebrando y llorando de alegría.
Pero seguir a Jesús lo cambió todo. No solo cambió el rumbo de mi eternidad, sino que alteró las expectativas de quienes me criaron.
Entre dos mundos
Las Escrituras nos llaman a caminar en unidad espiritual, incluso en el matrimonio (2 Corintios 6:14). Pero en algunas culturas, esa elección se considera una traición. Elegir un matrimonio centrado en Cristo puede significar alejarse de todo lo que su familia alguna vez esperó para usted, y de todo lo que ellos pensaban que le hacía honorable.
Así que la pregunta que permanece en mi alma es esta:
¿Sigo las tradiciones que me formaron, o sigo al Salvador que me redimió? ¿Incluso si el precio es la alegría de aquellos a quienes más quiero?
Cada vez que veo a un novio bailar con su madre, algo se remueve en lo más profundo de mi ser. Pienso: «Eso también formaba parte del sueño... bailar, celebrar, pertenecer».
Y a veces, ese pensamiento duele más de lo que las palabras pueden contener. Pero en esos momentos, devuelvo la mirada a las palabras de Jesús:
«Todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, esposa, hijos o campos por mi causa, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».
— Mateo 19:29
A quienes están en este camino
Esta no es solo mi historia. Es la historia de muchos que han elegido a Cristo y, al hacerlo, han sentido el peso del dolor caer sobre los hogares que aman.
Si su familia los ve como desagradecidos, perdidos o desleales, y sin embargo su corazón arde por el Señor, sepan esto:
Dios los ve. Él conoce sus lágrimas. Ustedes no están rechazando a su familia, simplemente lo están amando a Él primero.
Jesús no nos ofreció un camino seguro. Nos ofreció uno estrecho. Y dijo cosas difíciles como:
«Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, sí, incluso su propia vida, no puede ser mi discípulo».
— Lucas 14:26
(Nota: «Aborrecer» aquí significa amarlo más a Él, elegirlo por encima de todo.)
Habrá más bodas. Más momentos agridulces. Pero no dejes que ese dolor ahogue tu paz. El Señor ve. El Señor recuerda. El Señor recompensará.
Una esperanza mayor
Puede que este camino no sea como lo imaginábamos, pero en Cristo hay una esperanza más profunda:
• La esperanza de que tu obediencia silenciosa algún día ilumine a tu familia. • La esperanza de un matrimonio centrado en Cristo, construido sobre la verdad y la gracia. • Esperanza de que lo que han sembrado en tristeza lo cosecharán en alegría.
«Considero que nuestros sufrimientos actuales no se comparan con la gloria que se revelará en nosotros».
— Romanos 8:18
Somos muchos. No estamos olvidados.
Somos extranjeros aquí, pero conocidos en el cielo.
Sembramos con lágrimas, pero cosecharemos con alegría (Salmo 126:5). Una última palabra para la Iglesia
Si esto le encuentra en un lugar de libertad espiritual, donde seguir a Jesús no le ha costado su familia, por favor, recuérdenos. Ore por aquellos que lo han dado todo para caminar con Cristo. Apóyenos con su fe. Y crean: nuestro Dios es fiel. Aunque le tome toda una vida, Él convertirá el luto en alegría.
El camino estrecho es difícil. Pero conduce a la vida.
Abdel-massih- (Siervo del Mesías) creció en Cisjordania en el seno de una familia musulmana antes de encontrar a Jesús y convertirse en su discípulo. Él ha sido seguidor de Jesús durante varios años.
Abdel-massih no es su nombre real, ya que revelar su identidad en este momento sería peligroso para él y su familia.

Abdel-massih (Servant of the Messiah) grew up in the West Bank in a Muslim family before finding Jesus and becoming a disciple. He has been a follower of Jesus for several years.
Abdel-massih is not his real name, as revealing his identity at this time would be dangerous to himself and his family.