Una batalla espiritual que la iglesia no puede permitirse perder
 
                                    
                              
                          
                    Desde el ataque de Hamás contra Israel el 7 de octubre de 2023 y la guerra de dos años que se desató a raíz de ello, el mundo ha sido testigo de un alarmante y sin precedentes aumento del antisemitismo dirigido no solo contra el Estado de Israel, sino contra todos los judíos del mundo. A pesar de que nos alegramos por los 20 rehenes israelíes que fueron milagrosamente liberados de su cautiverio en Gaza, esta creciente ola de odio es una llamada de atención y revela lo profunda que sigue siendo la batalla espiritual contra el pueblo del pacto de Dios.
Aunque muchos cristianos que apoyan activamente a Israel quizá no se den cuenta del todo, estamos viviendo un momento crucial en la historia. El progreso en las relaciones entre judíos y cristianos hoy en día marca un cambio monumental que comenzó a desarrollarse hace 500 años y es profundamente significativo. Sin embargo, no debemos dar por sentado este vínculo cada vez mayor y debemos permanecer alerta, porque el antisemitismo no solo es una amenaza para el pueblo judío, sino que también representa un grave peligro para la iglesia.
Antisemitismo: un legado que la iglesia debe afrontar
Durante siglos, el antisemitismo cristiano contribuyó a fomentar una hostilidad generalizada hacia los judíos. Muchos cristianos de hoy en día desconocen este preocupante legado y, sin esta comprensión, no pueden entender plenamente la milagrosa sanación que se está produciendo en este momento. Fue esta enemistad profundamente arraigada en la historia cristiana europea la que dio lugar a la discriminación, las expulsiones e incluso la violencia contra las comunidades judías.
Sin embargo, el antisemitismo no es solo una reliquia del pasado, sino que persiste en nuevas formas. Como un virus, muta para adaptarse a las ideologías de cada nueva generación. En esencia, el antisemitismo es un ataque espiritual contra el pueblo del pacto de Dios. Como dice el Salmo 83, son aquellos que odian a Dios los que buscan eliminar a su pueblo como nación, «para que el nombre de Israel no sea más recordado». La iglesia debe reconocer esto como una batalla espiritual contra Dios y su elección de esta nación, y responder en consecuencia.
Un punto de inflexión en la historia de la Iglesia
Esta importante transformación entre la Iglesia y el pueblo judío comenzó en el siglo XV con la traducción de la Biblia a lenguas comunes y la llegada de la imprenta. Por primera vez, los cristianos comunes podían leer las Escrituras y descubrir las raíces judías de su fe. Aprendieron que Jesús era judío, que el cristianismo surgió del judaísmo y que las promesas de Dios a Israel seguían vigentes.
Esta nueva alfabetización bíblica inspiró a líderes cristianos como John y Charles Wesley y Charles Spurgeon a apoyar el regreso de los judíos a su tierra ancestral, una creencia arraigada no en la política, sino en la justicia y la profecía. Estos hombres, hoy reconocidos como sionistas cristianos, vieron en las Escrituras una futura restauración del pueblo judío a su tierra.
Otros dos acontecimientos cambiaron aún más la postura de la Iglesia hacia el pueblo judío: el Holocausto y la creación del Estado de Israel. El Holocausto obligó tanto a las confesiones católicas como a las protestantes a reevaluar su teología y renunciar al antisemitismo. Y cuando Israel fue declarado Estado en 1948, muchos cristianos evangélicos lo consideraron como el cumplimiento de una profecía y comenzaron a relacionarse con el pueblo judío de primera mano. Estas experiencias profundizaron la comprensión y el aprecio de la Iglesia por sus raíces judías.
 
          
     
                            Las caras modernas del antisemitismo
Aunque la Iglesia ha logrado grandes avances, el antisemitismo está resurgiendo, esta vez de formas más sutiles. El antisemitismo político, a menudo denominado antisionismo, ataca la identidad colectiva del pueblo judío a través del Estado de Israel. Aunque no todas las críticas a la política israelí son antisemitas, se traspasa la línea cuando dichas críticas niegan el derecho de Israel a existir, utilizan retórica antisemita o aplican un doble rasero que no se espera de otras naciones.
Esta demonización del Estado judío conduce inevitablemente a ataques contra los judíos, ya sea dentro de Israel o en otros lugares. Cuando las acciones militares israelíes provocan agresiones contra personas judías en otros países, la conexión es clara: no se trata de un desacuerdo político, sino de antisemitismo, y la Iglesia debe tomar nota de ello.
Las vulnerabilidades teológicas de la Iglesia
Varias tendencias dentro del cristianismo actual dejan a la Iglesia vulnerable al antisemitismo y son un obstáculo para la construcción de una Iglesia espiritualmente vibrante y teológicamente arraigada:
1. Teología del reemplazo
Esta doctrina afirma que la Iglesia ha reemplazado a Israel en el plan redentor de Dios. Aunque hoy en día se suele reformular como «teología del cumplimiento», la idea central sigue siendo la misma: los pactos de Dios con Israel son nulos. Esta creencia sentó las bases teológicas para siglos de antisemitismo cristiano y persiste como una amenaza espiritual para la comprensión cristiana actual.
2. Analfabetismo bíblico
A medida que menos creyentes se comprometen profundamente con las Escrituras, se vuelven susceptibles a enseñanzas distorsionadas. Algunas voces cristianas contemporáneas incluso han descartado el Antiguo Testamento por considerarlo confuso o irrelevante. En realidad, es la eliminación de Israel de la narrativa bíblica lo que causa confusión. Cuando el pueblo judío y sus pactos recuperan el lugar que les corresponde en las Escrituras, la Biblia se vuelve coherente y viva.
3. Teología radical del dominio
Un segmento cada vez mayor de la derecha cristiana prevé el establecimiento de un orden mundial liderado por los cristianos. A menudo denominada teología «Cristo es Rey», no se trata solo de expandir la influencia del reino de Dios en nuestra vida cotidiana, sino que enseña que Jesús no regresará hasta que un reino centrado en Cristo haya tomado el dominio de la tierra. Se culpa a los judíos de haber prohibido hasta ahora el establecimiento de este reino y, por lo tanto, esta ideología suele alimentarse de teorías conspirativas y peligrosos tropos antisemitas.
4. El tropo del «asesino de Cristo»
La acusación de que todas las generaciones de judíos son colectivamente responsables de la muerte de Jesús ha convertido al Viernes Santo en uno de los días más peligrosos del año para los judíos. Aunque muchas iglesias han reformado su liturgia y teología del Viernes Santo, la acusación de «asesino de Cristo» sigue circulando en Internet y en algunos discursos conservadores. Este tropo no se basa en la verdad bíblica, sino en una peligrosa distorsión de la historia.
La Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) ha elaborado una definición práctica de antisemitismo y ha incluido este tropo en una lista de ejemplos modernos. Los malentendidos sobre esta definición han llevado a algunos a afirmar que censura las Escrituras del Nuevo Testamento, pero no es así. La IHRA se refiere a la acusación infundada de que los judíos de hoy en día son responsables de la muerte de Jesús, no al relato histórico de la crucifixión que se encuentra en el Nuevo Testamento.
Una batalla espiritual para la Iglesia
El antisemitismo no solo amenaza al pueblo judío, sino que pretende separar a los cristianos de sus propias raíces espirituales. Como escribió el apóstol Pablo en Romanos 11, el pueblo judío es la raíz que sostiene a la Iglesia, y ser separado de esa raíz es sufrir la muerte espiritual. Por eso el antisemitismo debe ser reconocido como una amenaza urgente dentro de la Iglesia. Roba a los creyentes el fundamento de su fe y busca desconectarlos de las mismas personas que son prueba de la fidelidad de Dios. Las iglesias deben estar alerta, basadas en la Biblia y ser proactivas para resistir esta ideología maligna.
Un llamado a tomar posición
La lucha contra el antisemitismo no es solo por el bien del pueblo judío, sino también por la salud y el futuro de la iglesia. Debemos educar a nuestras congregaciones para que disciernan correctamente la Palabra de Dios, defiendan la verdad y se mantengan firmes junto al pueblo de Israel. Al hacerlo, nos alineamos con los propósitos y las promesas de Dios, tanto del pasado como del presente.
 
          
     
                             
            
            La Dra. Susan Michael es la directora en Estados Unidos de la Embajada Cristiana Internacional de Jerusalén, directora de la red American Christian Leaders for Israel y creadora del sitio web Israel Answers. Es autora de Encounter the 3D Bible y de cientos de artículos que se encuentran en su blog.
 
               
               
               
               
               
               
               
                       
                   
            
                       
                   
            
                       
                   
            
                       
                   
            
                       
                   
           