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¿Confirma la arqueología las profecías bíblicas?

Ran Silberman en el yacimiento arqueológico de la Ciudad de David en Jerusalén (Foto: ALL ISRAEL NEWS)

Introducción: un puente entre la fe y la evidencia 

Durante generaciones, los creyentes han apreciado la Biblia no solo como escritura sagrada, sino también como un profundo registro histórico. Sin embargo, los críticos a menudo han cuestionado si sus afirmaciones proféticas podrían ser auténticas. ¿Cómo pudieron los profetas antiguos prever acontecimientos que se desarrollaron siglos más tarde? 

He aquí la sorprendente verdad: la arqueología moderna está ayudando a responder a esa pregunta, ofreciendo pruebas convincentes que respaldan no solo la historia bíblica, sino también las profecías bíblicas. 

Aunque muchos consideran la arqueología como una ciencia de huesos y ladrillos, al servicio de las Escrituras se convierte en algo mucho más poderoso: una herramienta que descubre pruebas físicas de la inspiración divina de la Biblia. Los asombrosos descubrimientos en

Jerusalén y más allá están validando nombres, acontecimientos e incluso predicciones proféticas que antes se descartaban como mitos religiosos. 

La profecía bajo fuego: la visión escéptica 

Los profetas bíblicos afirmaban hablar las mismas palabras de Dios, prediciendo reinos, destrucciones y restauraciones futuros. Sin embargo, muchos eruditos modernos sostienen que estas profecías fueron escritas después de los hechos, lo que las convierte esencialmente en ficción histórica disfrazada de previsión divina. 

A continuación se presentan tres ejemplos destacados de cómo los críticos cuestionan la autenticidad profética: 

1. El Libro de Daniel: ¿una profecía posdatada? 

Los escépticos sostienen que el Libro de Daniel no fue escrito durante el siglo V a. C., como se cree tradicionalmente, sino siglos más tarde, durante la era helenística en el siglo II a. C. ¿Por qué? Porque Daniel describe, con asombrosa precisión, acontecimientos que tendrían lugar mucho después de su época. Para los críticos, ese nivel de precisión no puede ser una profecía, sino una retrospectiva que se hace pasar por previsión. 

2. El Libro de Isaías: ¿Un profeta o muchos? 

Los primeros 39 capítulos de Isaías reflejan el siglo VIII a. C., durante la época del Reino de Judá. Pero los capítulos 40-66 describen el regreso del exilio babilónico e incluso mencionan por su nombre al rey Ciro de Persia, un gobernante nacido más de un siglo después. Como resultado, muchos estudiosos insisten en que los últimos capítulos fueron escritos por un autor diferente al que llaman «Segundo Isaías», o incluso un tercero. 

3. El libro de Jeremías: ¿edición a posteriori? 

Jeremías predijo la caída de Jerusalén y el exilio de Judá, ambos acontecimientos se cumplieron con impactante detalle. Pero los críticos sugieren que el libro debió de ser editado después de que ocurrieran los acontecimientos, insertando profecías para que Jeremías pareciera más preciso de lo que era. 

Es cierto que es difícil rebatir estas afirmaciones solo con las pruebas de los manuscritos. No poseemos los rollos proféticos originales, solo copias posteriores. Sin embargo, la propia tierra está empezando a contar una historia diferente. 

La arqueología al rescate: desenterrando la verdad de la piedra 

En ningún lugar es más evidente la intersección entre la profecía y la arqueología que en el Libro de Jeremías. Jeremías nombra a un número notable de personas reales: funcionarios, escribas y nobles.

Durante siglos, estos individuos solo se conocían a través de las Escrituras. Pero los recientes hallazgos arqueológicos están cambiando eso. 

¿Qué son las bullae y por qué son importantes? 

Una bulla es una impresión de sello de arcilla, utilizada en la antigüedad para asegurar documentos y cartas, muy similar a un sello de cera. Si es auténtica, una bulla que lleva el nombre de alguien sirve como un poderoso testimonio de su existencia histórica. 

Y en el corazón de la antigua Jerusalén se han encontrado docenas de estos sellos, con los nombres exactos de los personajes que aparecen en el Libro de Jeremías. 

Caso práctico: El Libro de Jeremías reivindicado por la arqueología Gemarías, hijo de Safán 

En 1982, el profesor israelí Yigal Shiloh descubrió una colección de 51 bullae en la Ciudad de David, entre las cenizas de la destrucción de Jerusalén por los babilonios. Una de ellas llevaba el nombre de Gemarías, hijo de Safán, escriba real durante el reinado de los últimos reyes de Judá. Su familia se menciona con frecuencia en los escritos de Jeremías, y el propio Gemarías aparece en el capítulo 36, donde escucha las palabras del profeta e intenta proteger el rollo. Finalmente, el rey Joacim se apodera del rollo y lo quema en el fuego. Este sello, que se encontró entre las cenizas, respalda firmemente la autenticidad de las profecías. 

Gedalías, hijo de Pasur 

Descubierta en 2008, su bulla lleva el mismo nombre que uno de los funcionarios que impulsó la ejecución de Jeremías (Jeremías 38). Este personaje, que antes solo se conocía a través del texto bíblico, ahora queda confirmado por un hallazgo arqueológico. 

Bula de Gedalías, hijo de Pasur

Jucal, hijo de Selemías 

También encontrado en 2008 cerca de las ruinas de un antiguo palacio real, Jucal es otro funcionario que figura entre los que conspiraron contra el profeta Jeremías. Su nombre aparece en un sello separado, lo que refuerza aún más la narración bíblica en la historia. 

Baruch, hijo de Neria 

Quizás el hallazgo más emocionante, un sello con la inscripción «Berechías, hijo de Neria, el escriba», fue entregado al arqueólogo Nahman Avigad en 1979. Se cree que se trata del sello

personal de Baruch, escriba y compañero íntimo de Jeremías. Aunque fue adquirido a unos anticuarios, se considera auténtico y constituye una notable confirmación de las Escrituras. 

¿Qué podemos concluir? 

Estos descubrimientos constituyen un conjunto cada vez mayor de pruebas de que los personajes, los acontecimientos y las estructuras políticas descritos en el Libro de Jeremías tienen su origen en la realidad histórica. 

Estos hallazgos refuerzan considerablemente la autenticidad del libro. Es muy improbable que el libro se escribiera de forma retroactiva después de la destrucción, ya que contiene referencias precisas a personas reales de la época de Jeremías, algunas de las cuales intentaron matarlo y otras le ayudaron. 

La arqueología no solo respalda la historia de la Biblia, sino que también da una gran credibilidad a la autenticidad de las profecías. Resulta que las piedras sí claman. Testifican no solo el pasado, sino también la mano divina que reveló el futuro antes de que sucediera. 

El terreno de excavación del aparcamiento de Givati, junto al Parque Nacional de la Ciudad de David y la aldea palestina de Silwan, y frente a las murallas de la Ciudad Vieja que rodean el complejo de la mezquita de Al Aqsa, conocido como Haram al-Sharif para los musulmanes y Monte del Templo para los judíos. 28 de julio de 2019. Foto de Hadas Parush/Flash90

Ran Silberman es un guía turístico certificado en Israel, con una trayectoria de muchos años en la industria israelí de alta tecnología. Le encanta guiar a los visitantes que creen en el Dios de Israel y quieren seguir sus pasos en la Tierra de la Biblia. A Ran también le encanta enseñar sobre la naturaleza israelí de la que se habla en la Biblia.

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